Quiero un amor a primera vista, pero al decir eso sé que la imagen que doy de lo que deseo no es del todo exacta. Lo que quiero en realidad es un amor que a primera vista me deje una sensación de familiaridad, no de encanto. Un amor de ensueño, más no de telenovela; me pierdo en fantasías de cruzar miradas en un cuarto repleto y darme con la sorpresa de verle el alma a otra persona sin querer. Lo que no quiero es algo forzoso, algo puramente de piel y carne y nada más. No quiero a alguien que me toque la puerta porque le llamó la atención mi cara o mi cuerpo. Quiero que me encuentre la persona que no me haya buscado precisamente a mi, la que me mire a los ojos y sin intentarlo vea más allá de mis caretas y coartadas. Aquí donde reina la apariencia y la posesión, lo único que pido es algo despojado de toda codicia. Algo duradero, algo real.
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