perseguiste el sol hasta que nos quedamos sin aire nadie me obligó, es cierto pero también es cierto que nadie te cantó el ritmo de mis pasos y que lance la primera piedra el que niegue tu fiel compañía en mi camino interrumpido a la cumbre. como cargar con la culpa cuando llegabas con tal facilidad a tremendo espectáculo de luz? prendías la tierra, mis ojos, los arbustos con dulces luciérnagas domesticadas estrellas fugaces y miel en tus ojos en la juventud de nuestras noches me era tan fácil creer que había descubierto el fuego. pero caen las luciérnagas y con ellas la luz y tu rostro tantos abrazos y nunca sentí tu cuerpo, tu calor otro extranjero como tomarte de la mano, otra de las cartas que nunca diste a conocer. no sé que guardas de mi, en tanto tiempo solo te he visto tomar pero ya no hay luciérnagas y la noche sigue siendo oscura, tanta insistencia en estas manos, no alcanza y no te voy a adivinar en este frío quizás te seguiré dibujando en sueños pero seguiré caminando, persistente hasta encontrar tierra plana.
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